La semana pasada le planteamos: En pleno proceso electoral, el gobernador de Baja California protagoniza pelea legal contra un transexual. La mitad de los participantes que esto será indiferente al proceso electoral, la otra mitad se encuentra perfectamente dividida entre los que piensan que le atraerá votos y los que anticipan que alejará votos. Gracias a todos por participar.
En tiempos de elecciones prácticamente todos los candidatos dicen lo mismo. Prometen acciones que se encuentran tan alineadas que parece no existir diferencia entre las plataformas políticas que ellos representan. Las coaliciones se comprenden en función de las matemáticas y no de la filosofía y por esto, la discusión no está sobre lo que habrá de hacerse, sino sobre el quien lo ejecutará.
A pesar de todas estas similitudes, el Partido Acción Nacional mantiene una posición ideológica firme ante ciertos temas, especialmente todo lo que tiene que ver con sexualidad. Cuando se habla de esto, el proyecto político conservador prevalece por encima de todo lo demás y por eso, durante los periodos electorales, estas cuestiones se mantienen en un cajón del que no se habla.
Polemizar sobre cambio de identidad en transexuales es una cosa, ejercer la fuerza del Gobernador del Estado es otra muy distinta.
Lo interesante es la manera en que se polarizó la opinión pública, pues prácticamente los que apoyan y los que rechazan empatan en número, sin embargo, en el fondo hay más.
Las acciones del Gobernador y en especial lo expresado por su Secretario General de Gobierno, en el sentido de que se trata de un asunto de forma, deja claro que tan profundo caló el fallo del Juzgado Octavo de Distrito. De no ser así, ¿porqué se ocuparía del tema el primer ejecutivo del Estado?
Insisten en que es un asunto de forma y lo curioso es que muchos años antes, Ernesto Ruffo aclaró con una sencilla frase lo que esto significa: En política, la forma es fondo.