La semana pasada le planteamos: Además de la presidencia, la próxima elección incluye Diputados y Senadores. Usted ¿Elegirá candidatos del mismo partido en todas las boletas? Prácticamente la mitad de los participantes nos dice que no. Gracias a todos por participar.
Ninguna elección, ninguna, atrae tantos reflectores como la de presidente de la república, sin embargo, el contrapeso político a las decisiones del Ejecutivo está precisamente ahí.
Aunque las matemáticas que motivaron las coaliciones se dieron por la suma de capital económico y político, el las cámaras la película puede ser completamente distinta al integrarse las bancadas de cada partido político.
Como es de esperarse, existirán tres grupos grandes (PRI, PAN y MORENA) y seis pequeños que podrían cambiar de bando y alinearse de acuerdo a los intereses particulares que se presenten a cada momento.
Es casi un hecho que el ganador de la presidencia, quien sea, no contará con mayoría en el congreso, ni siquiera sumando a las franquicias comparsa que actualmente vemos en campaña.
Habría que observar, entonces, que muchas de las propuestas que se presentan como "lo que vamos a hacer al ganar la presidencia" realmente no son facultad del ejecutivo, sino que dependen en gran medida de cambios en la legislación vigente en el país.
Este escenario presenta dos salidas: la imposibilidad de cumplir las promesas de campaña "por culpa del congreso" o bien, la desaparición del poder legislativo rumbo a un estado donde la palabra del presidente es ley.
Lo que vemos actualmente en estos dimes y diretes de campaña, con más chisme que información, no se parece en nada a lo que nos espera durante 2019, que es cuando ya no estará en juego la presidencia de la república, sino el destino real de los mexicanos.