Del 27 de septiembre al 3 de octubre le planteamos en Ensenada Net… En una demanda de Gobierno del Estado contra Anapromex, usted ¿a quién apoyaría? El 60 % de los participantes están con la autoridad, mientras que el resto apoya a este organismo que se autodefine como de protección a los mexicanos.
Este es el encuentro de dos historias desafortunadas donde un objetivo que es bueno termina pervertido por una ejecución mala.
Desde su perspectiva, Hitler perseguía un buen objetivo: buscaba un mundo mejor. Para lograrlo planteó una depuración de la raza humana. Los resultados los conocemos.
Anapromex parte de objetivos que todos podríamos aplaudir: establecer pagos justos por la legal posesión de un vehículo. El problema es la forma en la que lucha por ese objetivo.
Es un hecho, nadie esta feliz por tener que pagar impuestos.
Los niños prefieren los dulces a las verduras; los muchachos parrandear a estudiar y bueno, ejemplos hay miles.
Quizás por eso las cosas que no nos gustan, pero que son necesarias, deben ser elevadas al rango de obligación.
La modificación de las obligaciones que tenemos los ciudadanos recae en el poder legislativo. Que muchos de nuestros diputados dejen mucho que desear es otra cosa, el punto es que la ley establece caminos para perfeccionarse.
Una vía alterna a la solución correcta es al final nocivo para todos… esa es la primera historia desafortunada.
La segunda es la razón que permite a movimientos como este que existan: los votos.
Un gobernante que exige impuestos siempre perderá popularidad. Igual que un papá que debe asumir el odio momentáneo de sus hijos cuando les exige que se coman las verduras o que llegue temprano. De no hacerlo, sería un irresponsable muy querido.
Alguien que logra hacer que pagues menos de lo que la ley indica siempre será popular, aunque en el camino deje al estado sin recursos para las tareas que al final son para todos.
Es cierto, en cuestión de recaudación fiscal tenemos mucho camino por recorrer, sin embargo una actitud de “no te pago” a la larga resulta peor que todo lo demás.