Aquí hay dos tristes realidades.

Cuando se han planteado estudios de opinión pública donde se compara la imagen de las corporaciones estatales o municipales con el ejército, los militares se alzan con un triunfo que proviene desde la forma en que fuimos educados: siempre con respeto y admiración a todos los símbolos patrios.

Ahora que preguntamos por la credibilidad, resulta que una gran parte opina que los miliares pueden faltar a su integridad como ciudadanos y servidores públicos para encubrir a uno de sus compañeros.

Es realmente para reflexionar. Los militares salen con una calificación terrible, pero que es bastante mejor que la recibida por las autoridades civiles y esto, como sociedad, no nos conviene ni tantito.

Ojalá que en algún punto de su guerra contra el narcotráfico el Presidente Calderón incluya una guerrilla, un asalto, vamos, de perdida un buen susto a la corrupción que opera desde hace décadas en todas las corporaciones.

Municipales, estatales, federales y militares, todas. Finalmente la imagen que hoy se tiene de todos ellos, no es mas que el resultado de los años que tienen disfrutando de una impunidad tan ofensiva como las causas que dicen combatir.