La semana pasada me indignó leer en el Semanario ZETA una aseveración surgida, para no perder la costumbre, del XVII Ayuntamiento de Ensenada, que involucra a diferentes periodistas a quienes acusa de sostener una campaña contra el alcalde por cuestiones personales.
Uno de estos nombres es el de Lázaro Márquez, de quien decía, tiene resentimiento con la alcaldía porque su hijo que trabajaba en el Ayuntamiento fue despedido al inicio de la administración actual.
Resulta indignante que para cubrir la falta de oficio político, de aptitud para gobernar y la capacidad de diálogo, se ensucie el nombre de gente que como Lázaro es un tipo honesto, decente y si señor alcalde, aunque le duela a usted y a su gente, sin cola que le pisen... ni siquiera chiquita.
No defiendo reporteros así nomás, pero en el caso de Lázaro es lo menos que puedo hacer. Es alguien a quien conozco bastante y que sé, que lo mas importante para él es su trabajo y llevar la noticia aún a costa de su propia salud... un esfuerzo que algunas veces otros no hacemos.
Carencias como a todos en cuanto a tiempo, el cierre de los noticieros, que aunque no lo crean, agobia cuando el objetivo es llegar primero; la falta de espacio en un medio para dar pormenores de una información, son algunas de las cosas que debe enfrentar día con día.
Esto sin contar con una salud deteriorada, mas valor que fuerza, mas entrega que recursos y mas ganas que reconocimiento.
Si pasa algo en esta ciudad, Lázaro va estar en ese sitio, si pasa algo fuera también, si hay una nota curiosa, Lázaro la trae, si es de madrugada, si es de noche, si hace frío o si se descompuso el carro.
En el caso de Catalán, lo mas triste es que Lázaro le tiene respeto pues fue el médico de sus hijos y por ello además de respeto a la investidura hay el aprecio al profesional de la medicina y por ello, es quizá uno de los reporteros que mayor benevolencia ha mostrado con una administración que ha tenido como marca la represión, los yerros y la falta de oficio político.
No se vale que se abuse, que se ensucie y se trate de poner en la picota a quien no tiene vela en el entierro.
En lugar de buscar culpables, es tiempo ya de que el alcalde y su gente empiece a buscar soluciones.
En lugar de encontrar diferencias es tiempo de buscar coincidencias.
Es tiempo de que en lugar justificar sus errores asegurando que se trata de una campaña orquestada desde los medios, empiecen a dar resultados.
Es tiempo de dejar las calumnias y empezar a trabajar, que para eso les pagamos.
Lo menos que se merece Lázaro del Ayuntamiento es una disculpa pública por la difamación de que lo tratan de hacer objeto.