El crecimiento en número de personas que día a día utilizan el Internet, es una realidad sin antecedente histórico que se le compare.

La llegada de la llamada Web 2.0 permitió a todos los usuarios publicar su propio contenido en distintas plataformas, las redes sociales entre ellas, prácticamente sin legislación de ningún tipo y sólo reguladas por el criterio de los operadores de cada proyecto.

Facebook aportó a la escena mundial elementos novedosos que le catapultaron en poco tiempo a los primeros lugares de la industria, sin embargo, se reserva el derecho de aceptar como usuario a quien manifieste contar con una edad inferior a los 13 años.

Este parte aguas para clasificar el contenido proviene de la industria del cine, donde la regulación gubernamental de cada país establece quien puede tener acceso a qué.

En Inglaterra, sitios como el gigante Google, el creciente Bing y las redes sociales Facebook y Twitter fueron etiquetados como “para mayores de 12 años” mientras que los llamados blogs se han prohibido a menores de 15.

Esto refleja un profundo interés derivado en acciones por parte de un gobierno que ya entendió: el mundo está ante un cambio en el consumo de los contenidos y como en otros temas, los más vulnerables son los niños.

Cuando se trata de madurez y responsabilidad las edades dicen poco, pero al menos son un parámetro.

Permitir o fomentar en un niño el acceso a un sitio donde se puede establecer contacto, intercambiar información, fotos y videos con personas que apenas conoce, puede dejar de ser divertido para convertirse en una pesadilla.