El tema surge ante la creciente tendencia de llegadas vespertinas de cruceros. Miles de turistas que podrían bajar a recorrer una oferta comercial, gastronómica y de entretenimiento si esta tuviera las puertas abiertas.

Es un hecho, el tema de la seguridad puede analizarse desde el punto de vista estadístico y también desde la percepción de la gente.

En cuestión de números, la zona turística de Ensenada está mucho mejor que en años anteriores, en los que el primer cuadro de la ciudad encabezaba el listado de robo de vehículos, por ejemplo.

La percepción es distinta: es más cuestión de sentido común y puede cambiar de un momento a otro con factores tan elementales como alumbrado público en funcionamiento.

Activar la economía de la zona dependerá de un esfuerzo colectivo, pues involucra a comerciantes con puertas abiertas, gobierno municipal de luces encendidas en las calles, presencia policiaca suficiente para amparar sin desmotivar y permisionarios de alcohol responsables de las riñas protagonizadas por el público al que le venden boletos de barra libre.

Hay tarea para todos; es un ejemplo inmejorable de responsabilidad compartida. Por desgracia, lo que brilla por su ausencia es una figura de liderazgo que catalice esta oportunidad para la economía ensenadense.