Como todo… parte buena y parte mala.

El que se pueda decidir ahí mismo los recursos recibidos del Estado y la Federación, además de los recaudados por su propio Ayuntamiento, definitivamente establece una ventaja para quienes viven en esa zona. Esa es la parte buena.

La mala es que buena parte de esos recursos se destinarán a nómina y gastos administrativos: presidente municipal, regidores, secretarios, subsecretarios, delegados estatales, escoltas, oficinas y servicios públicos para todos. Con lo que quede habrá que operar las soluciones que tanto se reclaman.

Si el problema a resolver es el empleo político para un montón de gente, definitivamente la municipalización lo va a resolver. Es lógico… políticos resuelven problemas de políticos.

Si el problema es la autodeterminación del pueblo en el uso de sus recursos, sean pocos o muchos, es probable que también se resuelva aunque al final salga más caro el caldo que las albóndigas.

Si el problema es el que lleguen los servicios públicos a donde deben llegar, el avance en el combate a la pobreza y temas por el estilo, la municipalización resulta un trámite ante el verdadero reto: aligerar la administración pública y eliminar la corrupción.