Mediante un estudio en el que participaron 42 adultos sanos divididos al azar en tres grupos, durante cuatro semanas, el primer grupo no tomó ningún tipo de producto, un segundo grupo ingirió 3 gramos al día de aceite de pescado y un tercer grupo ingirió la misma cantidad de aceite de oliva.

A continuación, en una cámara controlada, todos los participantes fueron expuestos a un ambiente de aire contaminado con partículas finas muy parecido al que existe en muchas ciudades del mundo.

La función endotelial de los participantes fue evaluada mediante la medición ecográfica de la dilatación de la arteria braquial antes y después de la exposición al aire contaminado.

También se midieron los marcadores sanguíneos de la vasoconstricción y la fibrinolisis (un proceso corporal que controla la formación de coágulos de sangre).

Después de la exposición al aire contaminado, los investigadores observaron alteraciones significativas de la función endotelial (de hasta el 19,4%) en el primer grupo de control (que no habían tomado aceite de oliva ni aceite de pescado) y alteraciones también significativas pero ligeramente menores en el segundo grupo que tomaron aceite de pescado (hasta el 13,7%), el tercer grupo de personas, que tomó aceite de oliva, en cambio, mostró alteraciones poco significativas (de hasta el 7,6%).

En este grupo también se detectaron mejores resultados en la activación de la proteína que evita la formación de coágulos y en los marcadores sanguíneos asociados con la vasoconstricción.

“Si estos resultados pueden ser confirmados, el uso de aceite de oliva podría ser considerado un sistema eficaz -y de bajo coste- para contrarrestar algunas de las consecuencias sanitarias de la exposición a la contaminación del aire” puntualiza el profesor Tong.