Este fin de semana, a unos días de navidad, mi pequeño Roberto, el bebé de la casa que ya es un hombre de siete años de edad, me despertó con un beso y una pregunta... que quería de regalo de navidad.
Mas dormida que despierta le señalé que solamente ocupaba un beso y ese era siempre el mejor regalo que me pudiera dar y consternado me replicó que no, que esos me podía dar los que quisiera pero que el quería saber que me gustaría de regalo cosa, para ser mas claro.
Le dije que iba pensarlo y sigo haciéndolo.
En realidad no me hace falta nada. Si Dios existe ha sido bueno conmigo y que decir de la vida y todo lo que me rodea.
Tengo una hermosa familia, tres hijos sanos y una pareja con la que no solo cuento como hombre, sino como amigo y compañero.
Tenemos un techo y trabajo.
Tenemos amigos, un perro fiel, un gato y un pato con complejo de perro que por azares del destino vive en el patio y en las mañanas exige con los otros dos animalitos no solo atención sino apapacho.
He revisado con cuidado lo que tengo y he descubierto con asombro, o mejor dicho valorado que pocas, quizá muy pocas veces, los seres humanos podemos decir no solo que tenemos lo que queremos, sino que amamos lo que tenemos.
Si bien es cierto las cosas no siempre salen como queremos, en ciertos momentos es interesante reflexionar respecto a lo que somos, a donde vamos y lo que nos rodea porque solo así podemos valorar lo que tenemos y al referirme a tener, no me refiero a cosas sino a lo que realmente es valioso.
Son hechos tan comunes que olvidamos que son maravillosas.
Una sonrisa, un consejo, una palabra de aliento, abuelos, padres, hermanos, hijos, amigos compañeros, un país que con todo y remendaduras nos permite estar en paz y no temer un ataque terrorista o que podamos morir envenenados o enfermos de ántrax.
Una ciudad segura que nos da atardeceres esplendorosos, una noche fría que nos permite acurrucarnos en un sillón, una conversación plagada de anécdotas, una noche de lluvia o de estrellas e incluso 10 minutos con nosotros mismos para evocar lo que amamos.
Si podemos valorar todo eso hay que dar gracias a la vida, por ello.
Pero si encima de esto, además pudiste como otros años hacerla de Santa Claus, escoger los regalos para quien amas pensando en ellos, sin tomarte tiempo para ti mismo en definitiva, aparte de todo eres una buena persona.
Gracias y que pases una muy Feliz Navidad....