Lo que se requería urgentemente rescatar era las oficinas de pesca que indebidamente funcionaban en San Diego y en San Pedro California U. S. A. trasladándolas por orden presidencial a la ciudad de Ensenada donde correspondían estar.

Entonces incuestionablemente la Ley y los reglamentos de pesca se aplicarían sin ningún miramiento, sobre todo, en lo que concierne a la langosta y abulón cuyo contrabando ya es un escándalo, el saqueo de especies como atún dorado, etc.

Disfrazado de pesca deportiva cada día va en aumento la depredación por parte de los estadounidenses y esto constituye una alarma porque tienden a agotarse las especies marinas, ya que los permisos otorgados en San Diego no respetan a la autoridad establecida además de no tener los medios de transporte para interceptarlos y realizar los decomisos.

Por ello es menester conservar estas especies a todo trance otorgando. Únicamente los permisos en Ensenada debido a que en nuestras riquezas marinas, descansa la grandeza comercial de Baja California en especial de Ensenada. Como puerto pesquero lo visualizaron, los hermanos Salazar y el mismo General Abelardo L. Rodríguez.

Estando como Jefe político del distrito norte el Coronel Esteban Cantú se incrementó la bonanza comercial de Ensenada posteriormente fue expulsado por el General Abelardo L. Rodríguez en 1920 por órdenes del Presidente Adolfo de la Huerta.

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