Desde el cuarto adaptado como salón de clases de preparatoria hasta un calabozo temático de Hello Kitty, pasando por el cliché del consultorio con la enfermera sexy, el palacio griego, el vagón del metro, el barco pirata e incluso una celda de cárcel. Hay máquinas expendedoras de vibradores, columpios sexuales, esposas atornilladas en las paredes, y un largo etcétera.

Para el año 2005 había unos 30,000 hoteles del amor en Japón. Hoy en día se habla de un aproximado de 37,000 que están constantemente ocupados a pesar de que la gente no habla de ellos, y si lo hacen, se sonrojan. Por esto, los hoteles se preocupan mucho por la discreción, y este es uno de sus factores de éxito.

Las salas de espera son privadas y tienen sistemas automáticos de elección de cuarto (teniendo paneles encendidos de los cuartos desocupados y lo que hay dentro que se apagan automáticamente cuando el cuarto se ocupa para que no haya posibilidad de interrupciones incómodas) y de pago (como los cajeros automáticos que usamos para pagar el recibo de agua o teléfono, que incluso dan cambio), lo cual protege a los usuarios de los ojos de algún empleado metiche o vecino incómodo que vaya con el chisme a una persona inconveniente. Además no se necesitan tarjetas de crédito, otra ventaja.

El negocio adquiere energía a las 10 pm. Misty Keasler trató de rentar cuartos pero se le negaron porque iba sola. Para pasar la noche es necesario llevar a alguien con quién jugar, pero se le permitió tomar fotos de los cuartos.

Hay muchas razones para que estos lugares existan. Ella menciona que los hogares japoneses son frecuentemente pequeños y es complicado encontrar espacios para la intimidad. Además, los hoteles del amor facilitan la exploración de fantasías y la búsqueda de intimidad en la pareja. Obviamente también hay mucho que decir sobre la doble moral que no permite que los nipones puedan hablar con libertad de lo que las estadísticas ya dicen por si solas, pero queda bajo el sesgo de ser otra cultura, y por lo mismo la fotógrafa se abstuvo de opinar.

Natsuo Kirino, una novelista japonesa, escribió un ensayo que abre sus preocupaciones sobre los hoteles del amor, y el hecho de que sus temas y juguetes frecuentemente se enfocan únicamente en los deseos de los hombres y están fuertemente influenciados por los clubes sexuales que explotan a las mujeres. Ella teme que estos lugares se convierten de repente en lugares donde el sexo es impersonal, incluso degradante. Esto nos da una idea vaga de que aun en los países de primer mundo es tan necesario como aquí seguir hablando sobre el machismo, la violencia de género y otros temas en pro de que a estos lugares se les dé el uso creativo, turístico incluso, que originalmente tienen.