Gustavo Guerra López, originario de Sinaloa, quien desde pequeño aprendió de sus padres a preparar y vender pollo asado a la parrilla con la original y auténtica receta al estilo de aquel Estado, nunca ocultó su admiración por su pariente cercano, Francisco Ochoa, el legendario “Don Pollo Loco” por la forma como forjó su cadena de franquicias a nivel internacional a base de mucho esfuerzo y la intuición aguda de hacer negocios.
La historia de Gustavo empezó en Ensenada un 19 de junio de 1999, cuando puso a asar unos pollos en una parrilla de leña en el patio de una casa habitación en contra esquina de la Cementera. Con la exigencia en la selección de los insumos, la amabilidad que lo caracteriza y sobre todo el respeto de la receta original, ha logrado que el negocio se extienda con varias sucursales en Ensenada y una en la ciudad de Tijuana.
Recuerdo que en una ocasión, conversando acerca del sabor de sus pollos asados, comentó algo muy obvio, que los ingredientes para sazonarlos eran muy importantes, pero sorprendentemente, Gustavo enfatizó algo que nunca consideré que fuera indispensable… el tipo de leña que usa para su elaboración.