Me refiero a las marchas ciudadanas como la anunciada para este domingo aquí en el puerto.

Organizaciones religiosas y agrupaciones civiles están convocando a una marcha para reclamar de las autoridades un freno a los niveles de inseguridad que hoy agobian a la sociedad ensenadense.

Si. Estamos inmersos en un ambiente hostil, complicado y generador de incertidumbre.

Por eso el reclamo. Por eso el enojo y la molestia. Por eso la marcha.

Pero es un hecho que ni con el grito ciudadano de este domingo las autoridades serán más efectivas y los delincuentes cederán en sus intensiones.

Servirá, eso si, para medir el nivel de hartazgo de una sociedad poco acostumbrada a lidiar con ejecuciones masivas y a mansalva, con robos y asaltos disparados, y con autoridades opacas en su actuar .

Para eso sirven las marchas.

Los gobiernos no reconvienen sus tareas al paso de una marcha, ni la delincuencia organizada frena sus ambiciones presionada por una manifestación ciudadana.

Si las marchas fueran el remedio para volver eficaces a los gobiernos y motivar el destierro de los delincuentes, desde hace buen tiempo Mexico figuraría como uno de los países más seguros del planeta.

Y es que por marchas no ha quedado.

Pero no.

En nuestro municipio como en el resto del país, la delincuencia se ha desbordado al calor de la inoperancia gubernamental.

Se dejó hacer y se dejó pasar.

Y hoy pagamos las consecuencias.

Es un hecho que el combate al crimen organizado y al no organizado, ha resultado un rotundo fracaso.

Y cuando se fracasa en un entorno como el de la seguridad, las consecuencias no demoran en aparecer.

En el caso específico de Ensenada es obvia la ausencia de una estrategia gubernamental contra este flagelo social.

Y sin estrategia nada. Nada que no sea un fracaso. Y el fracasó aquí se traduce en un empoderamiento de quien delinque y en un atractivo para quien pretende hacerlo.

Bien por la marcha de este domingo. Hay que salir a gritar el enfado y el enojo, el hartazgo. A liberar, pues, la válvula de la presión.

Pero para contrarrestar el avance de la inseguridad ocupamos de autoridades eficaces, coordinadas, con estrategia.

Y si, también de ciudadanos que desde su trinchera se involucren, colaboren, denuncien y se organicen; que abandonen el interés inmediato por el colectivo.

Eso es lo que se ocupa.

Las marchan duran solo unas horas, la tarea preventiva debe ser permanente.

No hay de otra.