En cuanto a las cifras de hostigamiento y acoso por parte de maestros o autoridades, 58 mil 997 adolescentes y jóvenes universitarias reportaron que tuvieron al menos un episodio en el que sus maestros les ofrecieron tener relaciones sexuales a cambio de mejorar sus calificaciones o la obtención de otros beneficios escolares. De estas casi 60 mil mujeres, en 21 mil 575 sucesos que se negaron a las propuestas de sus profesores sufrieron castigos en sus calificaciones o las expulsaron de la institución educativa dada.

De acuerdo con las alumnas encuestadas por INEGI fueron agredidas sexualmente una de cada 10 mujeres en edad bachiller o universitaria. En total se trata de 810 mil 793 mujeres que han pasado por algún tipo de violencia sexual en el ámbito escolar en el año pasado, y son 4.6 millones de mujeres mexicanas que han sido agredidas en diversas formas a lo largo de toda su vida académica.

La encuesta menciona que 1.8 millones de jóvenes y adolescentes fueron víctimas de abuso sexual en las escuelas a lo largo de su vida, de las cuales a 207 mil 351 les sucedió durante 2016. Las formas de abuso sexual se describen como que un hombre les haya mostrado su pene o se masturbó frente a ellas, las obligó a ver pornografía, las manoseó, tocó, besó o “arrimó” sin su consentimiento.

Las cifras de intimidación en este grupo de edad en alumnas llegó a 3.7 millones que la han sufrido en algún momento de su vida, y 725 mil 497 que les sucedió durante el 2016. Las formas de intimidación se describieron como comentarios groseros u ofensivos de tipo sexual o sobre su cuerpo, así como mensajes vía redes sociales para molestarlas con insinuaciones sexuales.

El acoso sexual es una forma de violencia en la que hay un ejercicio abusivo del poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, mientras el hostigamiento es el ejercicio del poder en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en ámbitos escolar y laboral.

Lo interesante es que el Código Penal Federal considera penas que van desde multas para los hostigadores sexuales, destitución para los servidores públicos y 20 años de cárcel para los violadores. Sin embargo, ha sido muy complicado luchar para prevenir este tipo de situaciones dado que tenemos un sistema cultural que no le da credibilidad a las víctimas y por el contrario se alía con los agresores, tapando su responsabilidad y minimizando los castigos donde a veces solo se les cambia de escuela como castigo en lugar de suspender sus participaciones laborales de manera definitiva.

Uno de los grandes enemigos es el machismo que refuerza las conductas poco empáticas de los hombres hacia las mujeres, nos obliga a verlas como objetos y a minimizar sus emociones y a anular las de los varones. Además ese sistema machista promueve que el poder sea ejercido en desigualdad y los cuestionamientos deben comenzar desde ahí, y no mirar las agresiones sexuales como si se trataran de algo aislado de nosotros como personas, como miembros de una sociedad y cultura que se vuelven cada vez más apáticas ante la violencia en todas sus formas, es decir, la va normalizando.