Para comprender el presente, hay que conocer y aceptar el pasado. Quien no mira atrás difícilmente entenderá el presente. Y no podrá construir su futuro.
Durante el gobierno del presidente Porfirio también hubo ambulantaje y se le llamó las industrias de la calle esta es una narración de lo que se pensaba de ellos en 1903.
Cuando se contemplan las pequeñas industrias ambulantes especialmente peculiares a aquellos países en que las grandes industrias no han tenido un gran desarrollo, se piensa en los primeros esfuerzos industriales de los hombres y no falte quien aclare que en la pequeña industria debe buscarse la solución del gran problema capital y trabajo.
En vano se ha dicho que la solución de algunos políticos es eliminar las pequeñas industrias callejeras, y se olvidan que estas son las verdaderas reveladoras de las tendencias y disposiciones naturales de un pueblo.
En los cambios de año vemos más industria callejera; tomemos como ejemplo Paris, sus aceras se pueblan de pequeñas barracas mercantiles y la mercancía se vende maravillosamente. La pequeña industria de Paris es ante todo una revelación de ingenio y esta constituida para dar felicidad al que vende y al que compra.
En cambio en México revela más bien paciencia y suele generar profundas tristezas, pues la remuneración del trabajo es muy insignificante, porque el comprador dice a ti no te cuesta hacerlo menospreciando el valor de su tiempo, le dicen tu eres libre y no tienes patrón, aun así prefieren su libre miseria a un bienestar obtenido a costa de la sujeción.
Las pequeñas industrias de los mexicanos demuestran al mismo tiempo la destreza, sobriedad y la paciencia que caracteriza a nuestro pueblo; destreza de manos, sobriedad de resignación, y paciencia ante la indiferencia. Los vendedores ambulantes de nuestras calles, que ofrecen el trabajo de muchas horas por un puñado de centavos son hombres que sería muy difícil clasificar dentro de las tendencias de que animan a los grupos de obreros de otros países.
Los industriales callejeros son un ejemplo de capitalistas, obreros y vendedores de sus productos que son artesanales y van en pañales en lo que se refiere a la evolución industrial.
Vemos al humilde tejedor de sombreros de palma, al talabartero y al artífice del acero ambulante, al manufacturero de tejidos de alambre que sirven para sostener fotografías todos ellos trabajan por su cuenta, todos ganan una miseria por su trabajo pero a ninguno de ellos lo haríamos cambiar su modo de lucrar en la industria callejera.