Adentrado en el último tercio de su mandato, Francisco Vega de la Madrid ocupa reforzar su equipo de interlocutores para con los distintos sectores de la sociedad.
Lo ocurrido aquí recientemente, cuando el sector empresarial se desligó públicamente de toda colaboración con el Gobierno Estatal, se pudo haber evitado si funcionarios estatales ligados con los sectores productivos hicieran su trabajo.
Pero no. Su actitud pasiva ha sido la constante.
Y ahí están las consecuencias.
Entonces, el gobernador del estado presionado públicamente por el pronunciamiento de la cúpula empresarial, respondió rápidamente con la firma de una carta compromiso.
Los empresarios, de acuerdo al escrito que enviaron a los medios de comunicación, se manifestaron hartos de la apatía gubernamental para darle seguimiento los proyectos prioritarios que tienen que ver con el desarrollo de Ensenada.
Pero su hartazgo no fue de la noche a la mañana. No. Tenían meses reclamando un acercamiento con los titulares de los gobiernos estatal y municipal.
Pero se toparon con oídos sordos.
Los interlocutores del mandatario estatal no fueron lo suficientemente eficaces, para mediar con los sectores productivos y evitar que el disgusto de estos llegara al reclamo público.
Y es que esa es su chamba.
Esa es la chamba de todo funcionario público. Evitar que los problemas estallen en la puerta de su jefe, para lo cual deben evidenciar liderazgo y capacidad.
Vega de la Madrid tendrá en este último tercio de su gobierno situaciones harto complicado que tendrá que sortear, más por los procesos electorales que se avecinan.
El mandatario, entonces, está obligado a indagar peldaño a peldaño su gabinete de colaboradores y hacer los ajustes que resulten necesarios.
Colaboradores que se comporten como observadores no le sirven.
Su gobierno no puede ni debe ser reaccionario ante los reclamos de indiferencia de los sectores, sino oportuno y eficaz.
Ser el primero en poner sobre la mesa la solución a los problemas, antes que estos se conviertan en petardos de mecha corta.