El comercio mundial está basada en dos especies de café, Coffea arabica (arábica) y Coffea canephora (robusta).
El café Arábica proviene de la familia del rubiáceo nativo de Etiopía y/o Yemen; es la principal especie cultivada en el planeta, y la de mayor antigüedad en agricultura, data de su uso a finales del primer milenio en la península arábiga.
El café Robusta es una variedad originaría de África Central que tiene aproximadamente el doble de cafeína que el Arábica. Al crecer en zonas secas, es poco digestivo, tiene un gusto final amargo, con mucho cuerpo y poco perfumado. Su cultivo representa el 43% del mercado y es un café más económico que la variedad Arábica, prácticamente la mitad del precio.
Por eso la adulteración de Arábica con Robusta resulta atractiva para quienes quieren aumentar sus ganancias. La diferenciación de los dos tipos de café una vez tostados y molidos es indetectable, las catas no son suficiente, y menos cuando se habla de una cantidad del 10% o inferior, por ello es necesario recurrir a los análisis químicos.
Ya existe una técnica analítica que permite identificar “la huella dactilar” para ambas variedades, se trata de encontrar la presencia del 16-O-metilcafestol que se encuentra exclusivamente en la variedad Robusta, pero es un análisis costoso y tardado.
En fecha reciente, aparece publicado en la revista científica Food Chemistry un nuevo método analítico que permite detectar la adulteración del café Arábica tostado y molido, desarrollado por Quadram Institute, el sistema que utiliza un espectrómetro de resonancia magnética nuclear, obtiene resultados mucho más precisos, económicos y rápidos comparándolo con los análisis existentes.
“Esta nueva técnica facilita la vigilancia en el comercio del café para proteger a los consumidores y garantizar que su café sea auténtico como se describe en la etiqueta” Concluyen los investigadores de Quadram Institute.