Encontramos a Porfirio ya restablecido, algo débil sin embargo, coherente, sabio, de memoria clara y detallada. A sus 84 u 86 años, pícaramente juega con su edad como si fuera un detalle insignificante en su vida. Erguido aunque de paso lento, deliberado. Mueve sus brazos al compás de sus palabras expresando en voz clara y com sus ojos que en momentos tienen un brillo de juventud con sabor de picardía.

Después de platicar sobre los tiempos actuales, cual aperitivo, nos adentramos en el platillo principal, La Historia. No es solo la edad que captura el pasado, es la mente interesada en mantener vivo el ayer. Hoy lo revive Porfirio con añoranza, con respeto, sin hacer juicio de los personajes ni de los hechos. Revive palabra a palabra lo ocurrido, como si se tratara de una máquina de tiempo.

Divagamos en el pasado, saltando de tema en tema, hasta que llegamos a visitar el recuerdo del antiguo alberge del campo de caza de La Grulla.

Para obtener el sabor de sus explicaciones, subimos a mi Rafa Rover, los dos, y nos trasladamos al sitio donde en 1920 se edificó el “original” Club de Cazadores La Grulla, que recibió la visita constante de norteamericanos de alta posición económica y de fama dentro de los mundos del cine, arte y cultura. Estuvo ahí, en ese sitio hasta 1937, que, a la formación del Ejido Uruapan su extensión de terreno se vio mermada y el Club utilizo por completo sus instalaciones en el Estero de Ensenada, donde aún están y donde albergan a 100 socios norteamericanos que forma el mismo “Club de Cazadores de La Grulla”

Caminamos alrededor de la construcción, no la original de madera que desapareció al servir de fuente de materiales para la construcción de las primeras viviendas ejidales. La propiedad del predio se preservo y nuevamente, cual ave fénix, renació esta vez de material sólido y arquitectónicamente eficaz.

Han pasado varias épocas, la última es un nuevo proyecto de unas personas de San Luis Rio Colorado, que han abierto el Hotel Natae. Que según nos contaron es un “Un refugio seguro para personas de todos los ámbitos de la vida que buscan curación, soledad y transformación.”

Con la mirada húmeda por la nostalgia, Porfirio me enseño los cirios, pitayas, y varias más, platas traídas y plantados por el mismo, del Valle de los Cirios, en Punta Prieta en 1975

La incomparable vista del Valle de la Grulla es un bálsamo emotivo; cerca, hay olivos y parras, lomas y cañadas, pintadas de colores que dan descanso, que alegran el alma. Se respira la ausencia urbana, los sonidos son auténticamente orgánicos, la vida se manifiesta con mesura y con paso lento, deliberado, como el caminar de Porfirio.

Desde la altura Porfirio me indico el sitio donde estuvo, en su tiempo una modesta casa. La exacta ubicación donde nació un Antonio María Melendrez Ceceña. El máximo héroe de nuestra querida Baja California, el 24 junio de 1830. El sitio no tiene ninguna marca o indicación que de información histórica.

En la cima de la loma, hay un pedrerío con rocas de granito de buen tamaño, vimos metates de nuestros nativos de hace cientos de años. Metates; 6 en la superficie de una piedra, 12 en otra, que se antoja sitio ceremonial. A la ausencia de encinos y por lo tanto de bellotas, la logica hace pensar que en esos metates posiblemente se molía Jojoba.

Cayo la tarde y regrese a Porfirio a su vivienda, Doña Dora, su esposa vivás y sonriente nos recibió de nuevo.

Hay mucho, mucho más que describir de La Grulla, espero, amables lectores, continuar y, mas, por supuesto muchísimo mas que oír y ver de parte del Patriarca de la Grulla