La actividad que realmente dio vida a este lugar fue el procesamiento de productos marinos, proyecto impulsado por los hermanos Bernstein Riveroll que prosperó a tal grado que hasta la actualidad, sigue siendo la actividad predominante en la isla y forma parte de su herencia culinaria.

En lo personal siempre ha tenido interés por conocer la cocina de la Isla de Cedros, quizá por su lejanía y por la fama de sus productos enlatados que se comercializan mundialmente. Aún conservo un artículo del Prof. Hiram Covarrubias que se publicó en El Vigía sobre su historia, pero no obstante, la inspiración para este texto tuvo lugar la semana pasada durante la reunión mensual de la Sociedad Gastronómica de Ensenada en la que su ponente, Álvaro Muñoz, un apasionado de la gastronomía, nos compartió anécdotas de su infancia en la isla a través de un menú de 5 tiempos, donde tuvimos la oportunidad de deleitarnos con un paté de caracol, sashimi de blanco, salpicón de pescado ahumado, sopes de chorizo de abulón, finalizando con una costilla de cordero a las brasas bañada con una salsa de los isleños (de caracol), para mayor fortuna de todos los miembros, los platillos se armonizaron con vinos hechos y seleccionados por él mismo.

“Una de las recetas más originales de esta tradición culinaria es el chorizo de abulón, el cual se elabora con una técnica cercana a la del embutido de puerco heredado de la cultura española, pero con ingredientes y prácticas que lo convierten en un platillo típico y distintivo de esta zona ribereña” enfatizó nuestro buen amigo Álvaro. Definitivamente, como dice un refrán chino: “Nadie podrá entender la cultura de un pueblo sin antes conocer su arte culinario”.