El Valle de Guadalupe, localizado a unos 30 kilómetros de la ciudad de Ensenada, Baja California, y conocido por su producción vitivinícola, dispone tan solo de una fuente de agua: el Acuífero Guadalupe, recurso que además se ha compartido para abastecer la demanda de agua destinada al uso doméstico en la zona urbana del municipio de Ensenada.
Baja California concentra 57 por ciento de las seis mil 474 hectáreas que se destinan al cultivo de uva para vino en México, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
No obstante, y aunque en los últimos años el Valle de Guadalupe se convirtió en un polo de crecimiento para actividades económicas como la gastronomía y el turismo, el Acuífero Guadalupe sigue siendo su única fuente de agua y está sobreexplotado.
Desde 2005, investigadores advirtieron que los registros de precipitaciones en el valle correspondientes al periodo que comprende de 1948 a 2003 reflejan promedios de 278 a 309 milímetros, promedios que en años recientes han ido en decremento.
“Si se retienen solamente los registros a partir de 1999, los valores disminuyen significativamente hasta en 50 por ciento. Por ejemplo, Olivares Mexicanos solamente registró 141 milímetros en 1999. Evidentemente, los ciclos de sequía se reflejan en una disminución de la recarga del acuífero”, indica el artículo “Hacia un plan de manejo del agua en Valle de Guadalupe, Baja California”, publicado en 2005 en la Revista de la Academia Mexicana de las Ciencias.
En 2016, especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) publicaron que, según los datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el Acuífero Guadalupe presenta un déficit anual de 12 millones de metros cúbicos de agua.
De Tijuana al valle
Este año, el gobierno del estado de Baja California lanzó una licitación para que una empresa se haga cargo de tratar las aguas residuales del municipio de Tijuana, construya un acueducto y envíe el agua tratada hasta el Valle de Guadalupe.
En el concurso resultó ganadora la empresa israelí Odis Asversa, misma que proyecta el envío de mil litros de agua por segundo al municipio de Ensenada, directamente para el riego de los cultivos de vid del valle y con una calidad similar a la que se utiliza para el riego de uva en Valle de Napa, California.
Durante su ponencia en el primer Simposio sobre el Agua en el Valle de Guadalupe, celebrado en agosto en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Ensenada, Fabián Yáñez, representante de Odis Asversa, expuso que la compañía será responsable del agua que reciban los vitivinicultores del valle los próximos 30 años.
“Estamos trabajando con los productores para ver los puntos de entrega óptimos y cada productor va a tener que hacer las conexiones necesarias para poder aprovechar esta agua en sus polígonos de producción agrícola”, afirmó.
Yáñez indicó que la tecnología que utilizará Odis Asversa para la limpieza de las aguas residuales fue patentada por la empresa y opera con sistemas automatizados que garantizarán el control de calidad del agua.
Sostuvo que la tecnología de la empresa israelí es diferente a la de las plantas de tratamiento tradicionales y es posible operar y monitorear el sistema de forma remota, lo que permitirá que los usuarios observen en tiempo real la cantidad y calidad del agua que se les está enviando.
“Vamos a tener un control de calidad en línea 24/7, si el agua cumple, se entrega a los productores de uva, si no cumple, automáticamente manda un mensaje SMS a los celulares, una alerta visual y auditiva para los operadores de la planta y el agua entra inmediatamente a retroceso”.
Normas internacionales
La alternativa que el gobierno del estado ofreció para resolver el problema de la escasez de agua en el Valle de Guadalupe ha contado hasta ahora con la anuencia del sector productivo, quienes han sido asesorados por científicos.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Luis Walter Daesslé Heuser, investigador del cuerpo académico de Agua y Ambiente de la UABC, refirió que desde hace muchos años han impulsado el uso de agua residual tratada en Ensenada, tal como se logró en la delegación de Maneadero para el riego de cultivos de flor.
“Ahora nos llamaron los vitivinicultores, las empresas, para asesorarlos en traer agua residual tratada a un nivel mucho más avanzado de lo que se ha hecho hasta ahorita para riego de vides, ante la sequía y la incertidumbre de que no vaya a haber agua en un futuro”.
El investigador especificó que el rol del sector académico ha sido asesorar a los productores en las reuniones técnicas y detallar los límites máximos de contaminantes presentes en el agua que deben aceptar.
Debido a que las normas mexicanas para regular la calidad de las aguas tratadas están orientadas exclusivamente a la protección del medio ambiente, los especialistas hicieron sus recomendaciones con base en normas mundiales y las de Estados Unidos.
“Las normas (mexicanas) indican la calidad de agua residual tratada para desecho en mar, ríos, pero no indican el agua adecuada para riego, entonces puede traer mucho sodio o boro, por ejemplo, que son nocivos para las plantas en altas concentraciones”, comentó Daesslé.
Afirmó que de acuerdo con las normas mundiales, se establecieron los límites máximos de contaminantes y la empresa Odis Asversa superó la calidad mínima requerida.
Aguas residuales de Tijuana, ¿la solución?
La doctora Mercedes Teresita Oropeza Guzmán, investigadora del Instituto Tecnológico de Tijuana (ITT) —perteneciente al Tecnológico Nacional de México (Tecnm)—, desarrolla actualmente un proyecto financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para evaluar los efectos del agua recuperada de las plantas de tratamiento de Tijuana (agua morada), al usarse para el riego de cultivos de vid.
“Nuestro planteamiento fue hacer una evaluación técnica y sistemática de que regando los viñedos con agua morada hay buenas posibilidades de éxito, nosotros lo planteamos en la forma optimista, conscientes de que en cualquier momento, si hay un cambio fisicoquímico o biológico en la planta, lo vamos a reportar”.
Respecto al proyecto de la empresa Odis Asversa, comentó que lo más preocupante es la eliminación de contaminantes emergentes, ya que el agua residual contiene materia orgánica disuelta que es compleja de eliminar.
Además apuntó que las plantas de tratamiento de Tijuana sí están eliminando la materia orgánica disuelta gracias a la secuencia de reactores biológicos que, a su vez, deja iones de nitrato y fosfato que son benéficos para las plantas.
Para el ingeniero Jezrael Lafarga, gerente operativo del Comité Técnico de Aguas Subterráneas (Cotas) del Valle de Guadalupe, el uso de agua residual tratada en el valle vitivinícola representará un beneficio para la recuperación del acuífero siempre y cuando se cumpla con los parámetros de calidad.
“Si el agua es de mala calidad, a la larga va a afectar el acuífero, eso es innegable, pero si se trae agua de buena calidad con respecto a sales, sobre todo, es lo más importante, además de la materia orgánica, pero el problema es quitar las sales, necesita tecnología más avanzada, mayor a las plantas de tratamiento que tenemos en el estado”, señaló.
Por su parte, el doctor Daesslé consideró que una vez que se ponga en marcha el proyecto, será imprescindible monitorear los efectos que el agua tratada tenga en suelo y acuífero del Valle de Guadalupe, sus infiltraciones y la reacción con el agua que ya se encuentra presente de forma subterránea.
La propuesta del sector académico es que aunque la empresa vigile la calidad del agua, los científicos participen en aspectos relativos al cuidado de la cuenca y del medio ambiente en general.
“Sería asegurarnos de que haya un monitoreo constante del acuífero, principalmente, y del suelo”, concluyó.