El ahora gobernador electo de la entidad, Jaime Bonilla Valdez, lo anunció en campaña en repetidas ocasiones: se regularizarán los vehículos “chocolate” y las licencias de manejo no perderán su vigencia.
Así lo dijo y así se espera lo cumpla.
Pero, no obstante las buenas intenciones de Bonilla, lo prometido no es tan sencillo de cumplir.
Me explico.
En Baja California, según las propias autoridades, circulan más de 250 mil vehículos en condición de irregulares, esto es, que entraron al país sin cumplir con los protocolos de importación.
Las mismas autoridades han reconocido el problema y lo vuelven más complicado cuando se afirman que en un alto número de los delitos que se cometen en la entidad se utilizan carros sin importar.
Si Jaime Bonilla quiere cumplir este su compromiso de campaña tendrá que, obligadamente, coordinarse con la federación.
Y coordinarse no solo para la tramitología que implica meter a la legalidad a un cuarto de millón de carros “chuecos”, sino también para evitar que por nuestras fronteras continúe la entrada de unidades sin cumplir con el proceso de importación.
De lo contrario será un cuento de nunca acabar y su compromiso de campaña se quedará en solo eso.
Lo otro comprometido en campaña fue lo de las licencias de manejo sin fecha de vigencia.
Jaime Bonilla anuncio durante el tiempo proselitista, que en su gobierno los ciudadanos sólo tramitarían la licencia de manejo una vez en la vida.
Un solo pago y licencia para siempre.
Una determinación que, hay que decirlo, no estaba en el catálogo de peticiones de los electores de Baja California.
Dar licencias “vitalicias” representaría para la administración del gobernador electo, una caída millonaria en los ingresos por este concepto.
Y representaría además otros contratiempos, sobre todo aquellos relacionados con el control de los documentos y la capacidad para conducir de sus titulares al paso de los años.
Jaime Bonilla se comprometió con mucho y con muchos. La expectación ahora radica en si cumplirá lo prometido o todo quedará en buenas intenciones, de esas buenas intenciones que sirven para empedrar los caminos de la ilusión.