El número de personas adultas mayores va en aumento en muchas partes del mundo, incluyendo América Latina. Por tanto, de la misma manera como se han diseñado diferentes programas sociales y estrategias de atención para estimular el mejor desarrollo posible de la niñez, la dinámica poblacional marca que es necesario evolucionar en las estrategias de atención de las personas mayores, cuyas necesidades van en aumento y es necesario visibilizarlas a la vez que cuestionamos nuestras propias percepciones sobre ellas, mismas que vienen de nuestra cultura y con ese sesgo las podemos pasar por alto o no nos parecen necesidades en primer lugar.
Los autores chilenos Gainza-Martínez, Villarroel-Ríos y Ossandón-Parra (2019) realizaron un estudio cuyo objetivo es revisar la percepción del personal de salud hacia la sexualidad de las personas mayores con demencia. Esto con la intención de crear políticas públicas apropiadas para este grupo etario en el tema.
Se encontró que la valoración geriátrica integral del centro diurno en el que realizaron el estudio no incluye ningún aspecto relacionado con la sexualidad, centrándose en el contexto de la salud física y de factores sociales que pueden afectar la evolución del paciente. Al no incluir un criterio, se les preguntó a los participantes durante la entrevista y el personal de salud hacía mención del comportamiento sexual de los pacientes con demencia como “ausente” por un lado, y como “hipersexualidad”, “conductas sexuales inapropiadas” y “deshinibición” por otro.
Este resultado nos pone a pensar en que si de casualidad pensábamos que la sexualidad ya no es un tabú, tendríamos que voltear a lo concerniente al ejercicio de las personas mayores de la suya, pues es evidente que se sigue concibiendo a la persona mayor como asexuada, y con mayor razón si su autonomía o su salud física y/o mental se han deteriorado.
Para desmitificar la sexualidad de la persona adulta mayor tendríamos que reconsiderar lo que concebimos como sexualidad en general, pues pensamos que la de ellos está “ausente” porque la vemos desde un punto de vista reproductivo, siendo “inapropiado” todo lo demás, cuando este no es el único propósito ni el principio ni el fin de esta serie de elementos existentes en todas las personas.
La sexualidad es una de las bases de nuestra identidad, es una de las manifestaciones de la necesidad de contacto humano, siendo este erótico o no erótico, así como de vínculos afectivos. Si lo vemos así, nos daremos cuenta de que la sexualidad jamás está ausente y que sus manifestaciones “inapropiadas” ante nuestros ojos (tanto como las de los niños) pueden ser percibidas de una forma menos reprobadora y más propositiva tanto para las personas cuidadoras como para las personas mayores con demencia y otras condiciones de deterioro cognitivo, físico y social. Si te interesa profundizar en el estudio que dio origen a esta breve nota, te dejo las referencias:
Gainza-Martínez, Claudia; Villarroel-Ríos, Constantino; Ossandón-Parra, Geaninna (2019). Sexualidad al margen. Representaciones de sexualidad asignadas a personas mayores con demencia. Ánfora, 26(47), 223 - 246 DOI: Universidad Autónoma de Manizales. ISSN 0121-6538 / e-ISSN 2248-6941