Apenas unos meses atrás nadie imaginaba el escenario en el que ahora estamos inmersos.
Nos enfrentamos de golpe y porrazo a una experiencia de vida inédita, quizá apenas vista en algunas películas apocalípticas. Una experiencia de vida que, sin duda, nos marcará para siempre.
Pero aquí estamos y eso es lo importante.
Hemos valorado en apenas unos días lo valioso de la libertad, de decidir para donde vamos y a qué hora vamos. De decidir cuándo y con quien nos juntamos.
Hoy queremos salir a los parques, a las playas, a comer fuera, a visitar a familiares o tomar café con los amigos.
Hoy queremos tantas cosas que antes eran parte de una agenda rutinaria y monótona. Una agenda a la que le faltaba lo que hoy estamos extrañando, sensibilidad.
Nos habíamos convertido en una sociedad en libertad pero aislada, en libertad pero poco solidaria, en libertad pero encerrada en intereses muy particulares. En eso nos habíamos convertido.
Pero hoy las cosas han cambiado y con las cosas nosotros. Ya nada será igual. Absolutamente nada.
Pero los tropezones que motivan caídas, terminan después por convertirse en enseñanzas. Y las enseñanzas se vuelven luego en motivaciones que nos hacen levantarnos y volver a caminar.
No hay nada más importante que la vida y con vida, lograremos salir de esta.
Así que a echarle ganas y cumplir con lo que ahora nos toca, ser responsables y solidarios.
Las adversidades de hoy, serán nuestras fortalezas de mañana. Y que finalmente ya nada será igual.