Mientras los gobiernos federal y estatal chocan can sus números, miles de ensenadenses empiezan a cansarse del encierro. Y de la mano del encierro que cansa, está la necesidad.
La necesidad de sobrevivir!
Cada día las discrepancias entre los dos niveles de gobierno se hacen evidentes. Se agrandan.
El gobierno estatal dice que de sus cifras sobre casos confirmados de coronavirus y las muertes que la enfermedad ha provocado, tiene documentos que las avalan.
Y que si hay diferencias con los informes que arroja la Federación, es porque este nivel de gobierno va rezagado en la actualización de sus base de datos.
El gobierno federal, en tanto, acusa que el estado simplemente no le hace llegar la información puntual sobre el COVID-19.
Y así llevan varias semanas.
Defendiéndose pero no corrigiendo; confusos con sus informes y cerrados en sus argumentos.
Y los ciudadanos, cansados del encierro.
Pero ahí no queda todo.
Muchos de esos ciudadanos que están en las últimas de sus reservas, los que viven al día, no saben en quien creer.
Saturados, eso si, del bombardeo constante a “quedarse en casa”, a mantener la “sana distancia”, al uso y no uso de los cubrebocas, y del arribo inminente de los llamados “días pico” para el despegue de los contagios.
Saturados de información, pero también con un colapso en su economía que los mortifica y preocupa de más. Incluso más que la mismísima posibilidad de contagiarse.
Y es que para muchos es más complicado soportar el hambre que el miedo al virus.
Para quienes tienen un ingreso seguro, eso de “quédate en casa” tiene un significado distinto del que le dan aquellos que no saben de alacenas llenas, sino de carencias permanentes.
Los gobiernos, si bien canalizan apoyos en alimentos a miles de familias consideradas en situaciones de vulnerabilidad, tiene muchas tareas por enfrente.
Primero, como acción preponderante, mantener en casa a los que ya están emigrando al exterior, a la calle, a la búsqueda del sustento.
Y mantenerlos con asistencia, no con acciones coercitivas.
Y por supuesto que a través de una asistencia que mitigue la desesperación de miles durante su encierro. Darles un mejoralito para calmar la fiebre sirve de muy poco.
De tan poco que el riesgo de que miles de ensenadenses salgan a la calle en busca del sustento familiar, es un posibilidad real.
Otra de las tareas a solventar por los gobiernos, es tan sencilla pero a la vez tan complicada: ponerse de acuerdo .
Que no se olvide entonces, que para muchos, muchísimos más de lo que imaginamos, es más difícil soportar el hambre que el miedo.
Y vaya que la pandemia está para generar mucho miedo.