Una de las cosas más difíciles para un periodista ( sesudo e inteligente) es aceptar que se equivocó y la información publicada, en una página con lujo de fotografías y a todo color tenía un error.
Bueno, en realidad eran cinco errores, peludos con picos y patas que originalmente fueron identificados como aguiluchos, pero cuando un especialista les dio una revisada a fondo una semana después nos sacó del error y resultaron ser... lechuzas.
Pues bien, la historia fue una confusión tras otra, que ya sumadas no solo provocaron el error en una página de El Vigía sino que dieron unos minutos de Televisa en un horario estelar a cinco polluelos que presumiblemente eran de águila y en realidad eran de lechuzas, rapaces al fin y al cabo ambos, pero en esencia, nada que ver.
La forma en que nos recordaron a los que erramos en la identificación, fue con el uso de un apelativo común para estos casos, en el cual se rima con conejo, y en donde Gerardo Sánchez y yo, de nuevo, nos disputamos la corona, porque a cual más.
Como empezaron los errores, con la visión de una familia de una gigantesca águila que revisaba con suma atención el techo de una casa de Real del Castillo Viejo que acababa de ser fumigada.
En la revisión del lugar, se localizaron los polluelos que se pensó era de la interesada águila, cuyo interés a diferencia de lo que pensaron los que rescataron a los pollos, no se traducía en instinto maternal por tratarse de sus crías, sino en hambre, por tratarse de polluelos pero de una vecina lechuza, que muy posiblemente haya empollado al mismo tiempo, que Doña Águila, ( primavera al fin).
Sin embargo, se rescató a los pajarraquitos, pensando que eran aguiluchos, y Oh sorpresa!, No eran aguiluchos, eran lechucitas y apenas empezaba el enredo.
El primer inspector enviado por la Profepa, sabe de especies marinas, moluscos bivalvos, espongiformes, equinodermos, pelágicos mayores y menores pasando por mamíferos y cartilaginosos.
Sin embargo de pájaros, no sabía nada y el especialista andaba en el Golfo de California en el operativo Curvina ( otro pez).
Con la aseveración de un águila que custodiaba a las avecitas, que por cierto son bastante grandes no hubo duda al respecto y se inició así un trabajo que siguieron otros, por sugerencia mía, considerando una semana santa por demás complicada para quienes hacemos noticias sin importar que los demás estén de vacaciones.
Fue así que los aguiluchos estelarizaron fotos y página a color en el Vigía y una nota muy especial en Televisa que se fue hasta el noticiero nacional donde siguen convencidos que las lechuzas son aguiluchos.
En disculpa por tan craso error -¿así se dice?- debo plantear en mi defensa solo una pregunta.
Si el Senador Diego Fernández de Cevallos se equivocó al anunciar la muerte del Papa y pedir un minuto de silencio antes, con tantos informantes alrededor y todos los medios de comunicación posibles a su alcance, que puede esperarse de nosotros.
Además, como dijo el Puerquito del cuento, A mí ni me gustan los tamales.