Fue en 2010 cuando me tocó capacitarme por primera vez en la UABC para impartir clases a distancia; la motivación en ese entonces fue el terremoto que dañó los edificios del campus de Mexicali, y desde esa ocasión, se incorporó oficialmente como una de las modalidades de enseñanza.
Según la última encuesta realizada por la misma institución educativa (junio 2020), la mayoría de los alumnos siguen prefiriendo las clases presenciales (58%), esto seguramente es el reflejo del sentir de una sociedad que aún no se acostumbra a tomar cursos a través de los medios digitales que afortunada o desafortunadamente, ya formará parte de esta nueva normalidad post COVID 19.
Sin el afán de convencer a nadie, los cursos virtuales gozan de muchas ventajas:
• Elimina las barreras geográficas, el público puede acceder a este tipo de cursos independientemente de donde resida.
• Reduce costos al evitar gastos de traslados o residencia en un lugar diferente.
• Incorpora herramientas tecnológicas para el manejo de la información, las cuales son necesarias para desempeñarse profesionalmente en la sociedad en constante cambio.
• Facilita a las personas con capacidades diferentes el acceso a cursar un nuevo conocimiento.
• En muchos casos, tienen la misma validez que los cursos presenciales.
Definitivamente, el síndrome COVID 19 aceleró la llegada de los cursos virtuales. Todos los días nos invitan a participar en una gran variedad de temas provenientes de diferentes fuentes. El sector gastronómico no está exento de esta nueva modalidad, y un ejemplo reciente es el evento “Cata vía
zoom” organizado por la Sociedad Culinaria Todos Santos, que fue todo un éxito.