Frederick O’Brien, autor de Sombras Blancas en los Mares del Sur y otros cuentos, dice de Ensenada:
Ensenada, a tres horas en carro de San Diego, tiene una playa más fina que ninguna otra en las costas del Pacífico, una magnífica concha de arena plateada y brillante, siete millas en curva, intactas por el hombre.
Cuando hay marea baja, he conducido un auto sobre esta arena como si las llantas dieran vuelta en un boulevard de concreto; tan firme es la playa, tan amplio el camino. Los atardeceres de esta playa son fabulosos, recuerdan a aquellos de Luneta, en Manila, conocidos en todo el mundo. El gran mar calmado, los cerros cercanos y distantes montañas, el gigantesco valle, medio desértico, medio tropical, y sus montañas que abrazan, y la vaga atmósfera de antiguos indígenas, desvanecidas memorias de misiones, le prestan a la mente un romántico fondo, una mezcla real y misteriosa, que, con los ojos llenos del brillo del cielo oeste, hacen a Ensenada extraordinariamente provocativa de bulliciosas y agradables sensaciones, de imágenes deliciosas.
Para alguien que siente la afinidad del desierto, la marea, el sol y las estrellas, de islas mar adentro, sierras nebulosas, y las caras morenas y voces suaves de la gente mexicana, a quienes les gustan sus buenas maneras, su modo gentil y su risa alegre, Ensenada es el refugio más cercano del ruido y el bullicio industrial, la brillante opulencia y la aburrida ambición de nuestra América.
Uno debe ir a Ensenada a jugar, a bañarse, a caminar, a pescar o a cazar, a descansar y disfrutar lo que venga. Pero como los americanos son gente triste, enamorada del ocio y el jazz, se proveyó para ellos en Ensenada, entre esa arena plateada, frente a ese océano que pulsa de México a China, todo el confort y diversión.
Un nuevo palacio, que es hotel y casino, ha sido abierto después de muchos meses de trabajo conjunto de arquitectos, ingenieros, artistas de paisaje e interiores. En la nueva y magnífica construcción, uno puede dormir como en el Ritz, comer como en Monte Carlo o Nueva York, tomar las esencias de Champagne o Escocia, y, si lo desea, probar su suerte en juegos de azar bajo la dorada cúpula de un templo de riesgos.
El nuevo Hotel y Casino Playa de Ensenada, está destinado a ser uno de los grandes hoteles resort del mundo, y completa la perfección de Ensenada, a quien solo le faltaba esta gigante y laberíntica estructura para convertirse en el más notable destino de playa en el Pacífico.
Y Hablando del Hotel Playa de Ensenada y Casino, atrás del proyecto se encuentra la empresa México-Americana, encabezada por hombres como Jack Dempsey y su administrador Eugene Normile; Martin J. Healy de San Diego; Manuel Reachi de la ciudad de México; Andres de Segurola de Nueva York y Hollywood. La compañía operadora del hotel está encabezada por James Wood, famoso hotelero americano, con Charles B. Hervey como vice-presidente y director administrativo.
El hotel consta de una gloriosa estructura con arquitectura mediterránea, repleta de azulejo local, hecho a mano, y antiguas piezas decorativas de Trinidad Cuba, Portugal y España; antiguas verjas trabajadas a mano obtenidas de edificios abandonados en Cuba y puertas talladas de las Indias Occidentales; maderas de cipreses comidos por los gusanos de Florida y Cuba componen la decoración del techo; madera de teca de la India en los pisos traídos de Cuba e islas del Caribe.
Alfredo Ramos Martínez, distinguido pintor mexicano, ha llevado a cabo en el hotel una serie de murales que ya han llamado la atención de artistas conocedores, el maestro se ha superado a sí mismo. Así que una visita a Ensenada, para ver las pinturas, valdría mucho la pena.
Los murales, que se encuentran en la entrada principal, frente a la bahía, representan varios tipos de señoritas mexicanas. Estelle Taylor Dempsey posó para uno de estos murales.
Igualmente fascina la decoración de la escalera, casi un ciclorama, realizada por Martínez, que va del Casino a un piso de arriba. Las paredes de abajo representan la entrada a una iglesia. A la derecha, tres monjes en profunda meditación bajan los escalones de la iglesia; a la izquierda, unas campesinas entran a la iglesia. A la vuelta de las escaleras la pintura plasma el interior de una iglesia, con la Virgen de Guadalupe como figura central. A la derecha de la virgen está una niña con flores, a la izquierda un peón y su esposa arrodillados en oración. En la parte superior izquierda de la pintura están tres monjas.
La gente de Ensenada considera al hotel como la más bella y elaborada estructura en Baja California, no solo como un hotel sino como un verdadero hotel museo. Este hermoso Hotel Playa Ensenada, es parecido a una catedral.
Se dice que uno de los directores del hotel objetó a esta decoración religioso, a lo que el maestro Martínez replicó: “Puede hacerles bien a algunos de sus visitantes, tanto ganadores como perdedores, pasar a mi pequeña iglesia.
Da alguna idea de las proporciones físicas del hotel y casino el hecho de que el casino es el más grande en Norteamérica, con el salón principal de juego en forma de un octágono de cincuenta pies de largo y treinta y cinco pies de alto. El lobby del hotel es suficientemente grande para un hotel de mil cuartos. Una vez completado el proyecto se extenderá más de una milla de playa.