El fin de semana anterior fue traumático para muchos Ensenadenses, la evidencia de que policías municipales eran señalados como secuestradores y asesinos obligaba a desconfiar de ellos.
Los nombres que empezaron a surgir apuntaban a uno de los grupos dentro de Seguridad Pública que alguna vez pertenecieron al Grupo de Reacción Inmediata de la corporación, los cuales eran conocidos por distintos operativos en los que se descubrieron centros de distribución de droga, plantíos de marihuana y otros hechos.
¿Cuánto tiempo tenían vinculados a la delincuencia organizada? ¿fueron estos operativos espectaculares a fin de cuentas la manera de afectar a un grupo específico? ¿cómo se integraron a estas actividades y como nadie se dio cuenta? y si se dio, ¿porqué hizo como que no pasaba nada?
El secuestro del joven hijo de un policía y su escape, mas parecido a una película que a otra cosa, es lo que detona la detección de los agentes involucrados con el crimen organizado y una larga historia de hechos delictivos que aunque ahora muchos digan “ya sabía” en la realidad fue sorpresivo.
Pese al peligro de esta investigación es la valentía de una mujer la que obligó a que se tomaran cartas en el asunto, se revisara a fondo lo que acontecía y se detuviera a parte de los involucrados: cuatro agentes policíacos de los cuales se deriva luego la intervención de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) para capturar a otros mas.
Aunque el Gobernador del Estado y grupos empresariales han reconocido el valor de esta investigación la última semana en el Periódico “El Mexicano”, Pedro Sánchez Talamás ha utilizado el espacio de su medio, para atacar sin fundamentos a la Subprocuradora de Zona Sonia Patricia Navarro, violando todos los principios básicos del periodismo.
Ha hecho señalamientos en el sentido de que ella no hizo todo lo posible por rescatar a Rómulo Molina Michell y Martín Meza de sus captores.
No ha aportado una sola prueba, un solo documento que ampare los dichos y sospechosamente ha enfocado las baterías para proteger a el hermano de Molina Michell, del que públicamente su sobrina y su cuñada dicen es “violento y peligroso”.
Lo que no saben muchos de los lectores es que Sánchez Talamás lleva las notas a Oscar Molina para que como si fuera su “editor” le revise la información y tras aprobarla, y posiblemente pagarla, se publique.
A ninguno de ellos les ha importado el dolor de la familia, la petición hecha ya pública de que dejen descansar a los muertos en paz.
En este proceso han utilizado a otro reportero novel que tiene pocos meses en la localidad y desconoce la trayectoria de Pedro Sánchez; el uso que hizo a lo largo de los años de vehículos robados o decomisados que le daba la PGR para su uso personal; tampoco sabe que Sánchez Talamás ha sido procesado penalmente al menos en dos ocasiones por golpear mujeres, la última hace apenas unos meses.
La nueva administración le cortó buena parte de los vales de gasolina con que se conformaba para ensuciar cualquier nombre o apellido, el resultado es odio puro por quien le suspendió ese ingreso.
En lugar de buscar trabajo lícito extra como la mayoría de los reporteros, él ha mantenido protectores que medio lo mantienen, aunque no con el tren de vida que tuvo durante muchos años y ahora ha perdido, pero desesperadamente trata de rescatar.
Sus baterías no se han enfocado a cuestionar a Seguridad Pública Municipal o a la Administración anterior, que permitió el fortalecimiento del grupo que ahora se sabe era de delincuentes.
No ha cuestionado porque los que dicen que sabían no investigaron internamente ni escucharon todo lo dicho, inclusive, el mismo presume que ya sabía pero nunca lo publicó.
No, su objetivo es solamente uno, atacar al sistema de procuración estatal que después de muchas administraciones por fin da resultados y que no es la primera vez que pone en evidencia abogados corruptos, policías malos, delincuentes peligrosos y al mismo Sánchez Talamás.
Lo mas grave es que en este proceso de difamación permanente, lejos de aportar información que norme opinión pública conciente, es la pluma al servicio del mejor postor y así el que paga pone en simples notas, virtuales sentencias de muerte.
Para que el mal crezca y se fortalezca se ocupa indiferencia y por indiferencia de sus propios jefes, de sus propios compañeros y de las propias autoridades se podría poner en riesgo la vida personas inocentes, si no es que ya lo están.
¿Hasta donde lo vamos a permitir?
PD. ¿Habrá alguien que diga “yo meto las manos al fuego por Pedro Sánchez Talamás”... lo dudo.