Ensenada a finales del siglo 19 principios del 20, era una ciudad tranquila, vinculada comercialmente con el sur de California, notándose más esta influencia en su arquitectura, y su vida cotidiana, pero desde el punto de vista espiritual ligada a México, advirtiéndose dicha relación en el estilo general de vida de sus pobladores.

Su traza conformaba una retícula de amplias calles nombradas a la usanza americana, con nombres de personajes en orden alfabético de Norte a Sur con numeración ordinal de Oeste a Este. misma que se perdió al nombrar algunos gobiernos hasta tres nombres diferentes la misma calle o avenida.

Los sitios de reunión más importantes eran el hotel Iturbide, la aduana marítima, el templo católico y el parque Porfirio Díaz, celebrándose en estos varios eventos como las fiestas patrias, kermeses, veladas musicales con la banda del cuartel de la compañía fija, que conjuntamente con los bailes de gala y los diversos eventos culturales, daban a notar la intensa vida social y cultural de la Ensenada que nacía y que para entonces ya contaba con dos periódicos semanales.

Al cambiarse la capital a Mexicali en 1915 y con el retiro de la compañía fija en 1917, la actividad económica de la ciudad cayó en una etapa de estancamiento, que no se superó hasta 1925 en que, aunque mantenía su lazo económico tradicional, con el Estado de California inició la actividad comercial y social con Mexicali, Tijuana y Tecate.

Así empezó una conformación de ayuda mutua e inversiones entre las cuatro entidades Baja Californianas.

Recorriendo el Centro de Ensenada nos iríamos preguntando ¿qué pasó con los negocios que albergaba el Centro Histórico de Ensenada?, ¿dónde estaban? ¿cómo eran? ¿Que vendían? ¿quiénes eran los dueños? ¿qué hacía su familia? etc., esa memoria histórica es la que requerimos recuperar requerimos conocer la historia tangible e intangible de nuestros inicios.