El niño y el arma
La conmoción causada por un niño de 13 años que disparó contra su maestro dentro del salón de clases, es un fuerte llamado de atención a las autoridades educativas, policiacas a los mismos medios de comunicación y muy especialmente a los padres de familia.
La edad sobre la que por cierto no se ponen de acuerdo autoridades educativas y policíacas, respecto a sí es un niño de 12 años o de 13 es lo menos importante en este asunto.
Lo realmente importante y grave es el hecho que un pequeño, un niño porque no es otra cosa haya tenido el valor, la osadía o la estupidez de tomar un arma para dispararla dentro de su clase, sin meditar acerca de las consecuencias que esto pudiera causar.
El mejor escenario para todos con el hecho consumado, es el que se nos mostró, un niño que disparó una pistola dentro de clases y por suerte o por mala puntería como queramos verlo, la bala no atinó a su objetivo; la cabeza del maestro.
Si lo hubiera hecho, la conmoción que por ahora solo causó algo de escozor, hubiera provocado otras acciones y reacciones a todos los niveles.
Hay en este asunto muchos puntos que intrigan, preocupan y no solo eso, sino que también deben hacer que todos los que tenemos que ver de una forma u otra con adolescentes, escuelas, justicia y educación debemos considerar ya.
Primera; El menor se sentía agredido, la pregunta es ¿porque? Hay versiones que aseguran que el maestro insultaba a sus alumnos lo cual deberá ser investigado no solo por la procuraduría de justicia sino también por las mismas autoridades educativas.
Esto, no puede ni debe verse como un hecho aislado, sino como un Hecho grave.
Es importante no soslayar los abusos de muchos maestros que sabiéndose los que mandan en la clase, maltratan verbalmente a sus pupilos, que por temor a quedarse sin exámenes, ser sacados del salón o reportados prefieren aguantar casi cualquier cosa.
Desgraciadamente, hemos visto de cerca asuntos donde incluso se ha dado acoso sexual, abuso sexual en contra de alumnos de escuelas por parte de los maestros, y el sindicato al enterarse, trata de echar tierra encima y se cambia al maestro de centro escolar en lugar de ponerlo a disposición de las autoridades, es cuando el hecho se agrava cuando se vuelve público y aparecen entonces todos los antecedentes ocultos por el mismo magisterio.
No existe dentro del magisterio una contraloría interna que atienda y defienda a los alumnos de los abusos, por el contrario cuando se hace pública una denuncia de cualquier índole en medios de comunicación o procuraduría de los Derechos Humanos en contra de escuelas o maestros, los padres siempre temen a la represalia por parte de directivos y maestros en contra del menor involucrado.
Segundo. Si se supone que los menores al ingresar a secundaria, deben presentar exámenes psicosométricos y de aprovechamiento donde a no pocos padres les advierten que su hijo está muy inmaduro. Porque no detectan que el menor, no solo es inmaduro sino que además es más agresivo que los demás, esto se supone que debe arrojarlo dicho examen.
Que sucede con los trabajadores sociales de las escuelas, con los prefectos y con los mismos maestros hasta donde conocen a sus alumnos, detectan problemas, conductas que pueden traducirse luego en un problema mayor como el de esta escuela.
Hay otras señales que pudieron advertir los padres, sin embargo debe insistirse en el detonador de la agresión, la causa del mismo, ya que no es común que un niño, recurra a una medida tan grave, como planear robar el arma en su casa, esconderla en su mochila, llevarla a la escuela, esperar dos clases, porque los hechos se dieron en la tercera clase, no en la primera ni la segunda, y luego esperar una acción del maestro, en este caso el reclamo de porque no llevó un trabajo, para esperar otra vez, a que el profesor se pusiera de espaldas y entonces disparar.
Habrá que seguir con las autoridades que pasa con este asunto, presionar para que se busquen mecanismos de acercamiento con los niños, con los adolescentes, bombardeados todos los días con escenas, con frases, con actitudes violentas que llaman a lastimar, a agredir y a recurrir a la fuerza y la violencia como única alternativa para responder a una agresión.