La madrugada del 28 de diciembre el 2013, un colapso largamente anunciado se registró en la carretera Escénica Ensenada- Tijuana, en el tramo de fallas del kilómetro 93 +500.
Cientos de toneladas de tierra del cerro, se derrumbaron en pocos minutos y en el proceso hundió la carretera escénica, que fue convertida en un gigantesco rompacabezas de asfalto y tierra.
Gabriel González Cuevas el chofer de un camión de doble remolque de la empresa Bonampak, manejaba por el carril que va de Norte a Sur en dirección a Ensenada, cuando su unidad quedó embancada en la zona, al pasar el espacio de fallas ya dañado, donde una profundidad de alrededor de 10 centímetros se convirtió con el peso del camión y la carretera en proceso de colapsar, en un vado con medio metro de profundidad, poco antes de la media noche del 27 de diciembre.
Se le acercó entonces una patrulla de la Federal de Caminos, pero en lugar de auxiliarlo se marchó.
En los minutos siguientes el tramo con una grave afectación, en lugar de ser cerrado, se mantuvo abierto, pese a que horas antes el 27 de diciembre en una reunión de urgencia Protección Civil del Estado su titular Antonio Rosquillas Navarro le había indicado a los responsables de Caminos y Puentes Federales (CAPUFE) el riesgo de un derrumbe.
Sin embargo, desde las primeras alertas que habían emitido geólogos expertos de CICESE, técnicos de Protección Civil del Estado y el mismo Ayuntamiento sobre cerrar la carretera tuvieron los oídos sordos de CAPUFE
En los meses, semanas y días previos CAPUFE y sus funcionarios fueron omisos en las recomendaciones y en los llamados, e ignoraron las recomendaciones al grado incluso de minimizar el derrumbe.
Siempre hay un tweet... CAPUFE, el 28 de diciembre del 2013 a las 6:08 de la mañana, horas después que se había derrumbado la carretera expresó: Autopista: Tijuana – Ensenada, km 93, ambos sentidos, cierre a la circulación por afectaciones a la carpeta asfáltica.
Un día antes
El 27 de diciembre del 2013, Ensenada Net hizo un recorrido por la carretera Escénica, precisamente en el tramo del kilómetro 93, donde las cuarteaduras alrededor de las cuatro de la tarde eran más que evidentes.
Pocas horas antes de que la carretera se desgajara, la circulación en el tramo de Norte a Sur, solo tenía habilitado uno de los carriles y trafitambos reflejantes marcaban la zona de paso que permitía todo tipo de unidades.
Sin embargo, en las orillas, el suelo mostraba una serie de fallas y separaciones al tiempo que eran notorias las reparaciones con asfalto, los rompimientos nuevos y las máquinas en los alrededores, así como el hundimiento que formaba un vado en la carretera.
Para quienes cruzaban esta zona, el vado, los rompimientos, los topes y las orillas que se caían eran evidentes y mantenían temerosos a los conductores de un colapso inminente, advertido por la ciencia, y negado por la burocracia de CAPUFE.