No habían entrado al mercado con la fuerza de hoy, papas fritas, tostitos, churrumais, chamoys, sopas maruchan, y cualquier cantidad de mugrero, que no por saber rico, (porque saben rico), dejan de ser mugrero.

Los tostitos con queso de nachos no existían, los churritos con clamato, con cacahuates y chamoy tampoco y en caso de que hubieran existido, lo mas seguro es que nuestra mamá o nuestra abuela, nos hubiera dado unos sonoros “sopapos” antes de permitirnos engullir algo así.

El consumo de sodas, llámense ‘coca, pepsi, seven o root beer” eran para las fiestas y se acabó, no existían las bebidas “gatorade, red quien sabe que cosa y otro montón de bebidas que bajo el término egergizante lo único que te provocan es engordar, especialmente cuando se toman como si fuera un vaso de agua y no hay ni la mas remota intención de hacer algo de ejercicio.

Era impensable que un chamaco de menos de 20 años supiera lo que era una gastritis, una enfermedad de moda ahora entre los adolescentes, que con la cantidad de porquerías que comen, lo raro es que tengan estómago todavía.

Sin embargo la lentitud de reacción de nuestra sociedad, la apatía por atender algo que era urgente y el negocio que representaba para las cooperativas la venta de estos productos fueron mas importante que la salud de los muchachos.

Así, cada uno le colgó a su bolsita de mugrero favorito, algo mas de mugrero, (insisto sabe rico) y con eso el único perjudicado fue, la panza del que se lo comió, el bolsillo de quien paga el doctor ( papá o mamá del chamaco).

En el inter ganaron las grandes transnacionales que venden sodas, frituras y chamoy, las farmacias y tiendas que venden “melox”y otros antiácidos sin contar los gastroenterólogos que son los que con lujo de detalles podrían explicar lo que hacen en el estómago estas “chucherías”.

Ahora con la aprobación de la llamada “Ley Antichamoy” donde el Congreso del Estado aprobó un párrafo al artículo 15 de la Ley de Educación para evitar la venta de alimentos chatarra en las tiendas escolares de nivel básico el panorama cambia.

En las cooperativas deberán usar la imaginación para vender productos que les gusten a los niños y adolescentes y no les hagan daño permanente a su estómago, hay muchos, pero no es lo mismo preparar una fruta o un sándwich, que abrir una bolsa.

Si bien es cierto la mayoría de los adolescentes y los niños no estarán de acuerdo en esta ley, también es cierto que a esa misma mayoría no le gustan las verduras, la sopa ni las tareas, por no hablar de las matemáticas y la física.

Ahora será interesante ver como se hará para hacer cumplir la ley y como le harán para que afuera de las escuelas los vendedores ambulantes no hagan su agosto a la salida con los paquetes de mugrero aderezados con su respectivo chamoy. ¿A ellos quien los va cuidar?.

P.D. Ventaja: el consumidor número uno de pingüinos ya no esta en la escuela, ahora edita periódicos.