Eran los 80s y uno de los vehículos más conocidos de la policía además de las patrullas era el Pandita. Era un vehículo parecido a un camión de lechería, que había sido habilitado por la policía para cargar detenidos en redadas y en operativos especiales. Era blanca con negra, de ahí el mote del Pandita.
Su jefe y conductor era el capitán Isidro Ruelas “El Chino Ruelas”, un policía de la vieja guardia que no sin cierta desconfianza, me aceptó como uno de sus pasajeros de fin de semana, a veces a un lado de los agentes en la cabina y muy pocas veces, atrás de la reja de metal, con los detenidos.
Iba como reportera, tenía veintipocos años y quería observar de cerca el trabajo policiaco, desde adentro y aceptaron llevarme con ellos, a veces en el pandita y otras en unidades más pequeñas, unas páneles de color gris a las que en la administración de Ruffo en las colonias bautizaron como “Robocops”, de color gris mate.
Cuando me tomó un poco de confianza, El Chino papá, que por cierto era amigo de mi papá, me dijo: “observa y calla, que no sepan que eres periodista, aún”.
Me tocó ver y conocer de todo. Policías buenos, policías malos, policías mediocres, valientes, agresivos, miedosos, arrojados, empáticos, groseros, honestos, corruptos, inteligentes, flojos, de todo.
Y también detenidos, malos, tontos, llorones, asustados, honestos, ebrios, drogados, ladrones, homicidas, soberbios, corruptos, groseros, prepotentes, ricos, pobres, funcionarios públicos, turistas, estudiantes y personajes de la sociedad, un poco de todo.
Me tocó escuchar todo tipo de amenazas, insultos y agresiones contra los agentes que probablemente porque sabían que yo estaba a bordo no respondían.
No había mujeres en operativos policiacos ni detenidas, eran pocas mujeres, muy pocas, excepto entonces aquellas que trabajaban en la zona de tolerancia con quienes se realizaban esporádicamente redadas para corroborar que tuvieran la tarjeta de salud que garantizara que no tenían ninguna enfermedad.
Eran finales de los 80s, aclaro, Ensenada era pequeña, no más de 200 mil habitantes.
Las colonias conflictivas entonces eran la Popular 1 y 2, la Loma Linda, Bella vista, Industrial y las invasiones nacientes, La Esperanza, el arroyo de la Bronce, VI Ayuntamiento, la playa municipal y en esas eran a donde estaban asignadas El Pandita y los Robocops.
El evento más importante era el Carnaval, donde El Pandita, se estacionaba en una de las salidas de la Ruiz y por centenas detenidos eran trasladados entre el jueves y la madrugada del miércoles de ceniza a los separos principalmente por faltas administrativas.
Los policías entonces conocían perfectamente los barrios y a mucha gente, eso permitía que hubiera muchos llamados de atención antes que detenciones y tenían más peso en quien lo recibía por el respeto a la autoridad. La problemática narca actual era inexistente. Había adictos que eran muy mal vistos, pero no sicarios ni vendedores en cada esquina, ni tienditas.
La seguridad era un asunto serio y Ensenada era una ciudad, pequeña y segura. El Capitán Ruelas fue quien inició este proyecto del grupo de los Pandas y con los operativos mantuvieron a raya la inseguridad. A muchos no les gustaban.
Este sábado 9 de noviembre el Capitán Ruelas, falleció a los 78 años de edad.
Estaba retirado del servicio desde hace casi tres décadas.
Además de Capitán de los pandas, fue Sub comandante dé Seguridad Pública Municipal, Delegado municipal de Francisco zarco.
Nativo de Santa Rosalía en Baja California Sur en 1946, además de Policía fue luchador profesional donde fue conocido como ‘El Oriental.
Gracias por todas las anécdotas y la confianza.
Descansa en Paz.