Pero no, no me voy a poner filosófica ni rimbombante cuando lo que quiero decir es simple y sencillamente que lo acontecido ayer en esta Ciudad es una de las situaciones más raras que me ha tocado testificar en este increíble oficio del periodismo.

Porque honestamente observar a Jesús del Palacio Lafontaine, con su peinado impecable, su hablar firme y sin escándalos, la actitud desenfada, la ropa sin una sola arruga y el carro de reciente modelo, tan pulcro como él, no cuadran con el PRD.

No recuerdo a Del Palacio, encabezando un mitin o un marcha de protesta, no lo recuerdo gritando consignas cursis de arriba el verde y abajo el café, no lo he visto en plan de eterno político de minoría, sino como triunfador, ejecutivo y firme.

Este martes como que el ambiente en el PRD era forzado, mujeres y hombres de una posición económica estable o burguesía en el lenguaje de izquierda, juntos y revueltos entre la antigua izquierda irreverente, manifestantes y marchistas políticos presupuestófilos querendones y pueblo; proletariado pues, que rompen al unirse cualquier teoría filosófica moderna, para entrar de lleno a una democracia surrealista que podría ubicarse en la izquierda de derecha moderada o viceversa.

Todos llegaron hasta las instalaciones del PRD, unos en carros del año, otros a pie o en camión, si, al edificio del PRD a la orilla del Arroyo Ensenada en un terreno que mejor no digo que fue producto de una invasión porque no estoy segura, pero no me parecería extraño.

Nombres de los asistentes, Abraham Correa echando porras a Del Palacio: ! Jesús, Jesús, Jesús! El licenciado Antonio Pacheco repartiendo volantes para su propia candidatura, Antonio Sánchez Zertuche, amarillo candidato a la diputación esta vez en mangas de camisa; antes en la Judicatura de impecable e implacable traje perfectamente combinado. No, no es pecado, es síntoma de buen gusto y tener con que.

Pero eso no es todo, Junto al Químico, Juan José Rico, uno de los panistas viejos, mas convencidos de su militancia que alguna vez ya fue disidencia; en otro extremo en la bola, Don Alejando Sánchez López Portillo, sí, el papá de Oscar y el tío de Chuy y como observador más curioso que participativo, Eduardo de la Vega, fiel al amigo.

No estaban visibles Armando Reyes, pero si estaba entre los curiosos quien sabe con que intenciones el célebre Julio Sandoval.

No estaban visibles tampoco en esta primer pasarela los que sostendrán económicamente la campaña, ni las decenas de amigos y conocidos del Químico.

En cambio si estaban a su alrededor, poco mas de medio centenar de personas que buscarán que esta extraña mezcla proletarioburguesa de municipio gobernado por el PRI y de estado gobernado por el PAN pueda en unos cuantos meses darle un buen susto a Catalán y a quien sabe quien del PRI.