En este día, se buscó hacer un llamado para todas las personas a hacer un trabajo fuerte y necesario de empoderamiento en la adolescencia, ya que estamos frente a la generación de jóvenes más grande de la historia. Esto con la intención de que los embarazos no deseados y otras situaciones de riesgo disminuyan, ya no por razones morales, sino por los retos civiles a enfrentar en caso de que el crecimiento poblacional siga su curso como hasta ahora. Ejemplos de esto ya los vivimos justo ahora, como las dificultades con los suministros de agua, para obtener un empleo o una vivienda dignos, la insuficiencia de alimentos y los altos precios de los mismos, etc.

Actualmente alrededor de 16 millones de niñas y adolescentes de 18 años o menos dan a luz en alguna parte del mundo; 3.2 millones se someten a abortos clandestinos que ponen en riesgo sus vidas; 90% de las adolescentes embarazadas están casadas. En muchos casos el embarazo no es planeado o deseado, sino consecuencia de la violación a sus derechos, de la educación sexual inadecuada, de la represión o la violencia.

Se señaló que en México, como en muchos países, no hay campañas suficientes específicas para este sector poblacional que se dediquen a la prevención de situaciones de riesgo en la sexualidad, ya sea por falta de presupuesto o cuestiones moralistas.

A esto habría que agregar que no se ha logrado dar al clavo con la profundidad económica y política de este problema social y de salud que logra que los sectores más desfavorecidos de la sociedad, y que sostienen cosas tan básicas para la economía como el campo y la industria, se sigan reproduciendo a sí mismos.

El empoderamiento sexual tiene que ver con el autoconocimiento, saber si en mi proyecto de vida está o no tener hijos o pareja, cuándo y en qué condiciones, y algo importante, si esto es para mí independientemente de lo que vea a mi alrededor o de cómo me eduquen, pues no todas las personas pueden o quieren adaptarse a estas dos circunstancias de vida, y para cuando alcanzamos este cuestionamiento solemos ya estar inmersos en una o ambas.

Además tiene que ver con el amor propio, conocido comúnmente como autoestima, que de ser fuerte y sana nos da la fortaleza para evitar las situaciones de riesgo tan llamativas de la adolescencia, o en su defecto y con suerte salir airosos.

Por último, el empoderamiento sexual no se puede dar sin educación de la propia sexualidad, misma que se da inevitablemente desde la cuna y que nos dice cuál es nuestro valor como personas, hombres o mujeres. Esta no puede lograrse únicamente con aplicaciones para celular que ilustran bellamente la anatomía del ser humano, si bien ayudan. La educación de la sexualidad requiere de comportamientos congruentes, conocimientos científicos, ética, protección, y otra serie de cosas que no pueden enseñarse en una clase o conferencia, sino en toda una vida de abrirnos a ella.