Las bebidas energéticas aparecieron en los mercados desde los años 90, son bebidas sin alcohol y con supuestas virtudes regeneradoras de la fatiga y el agotamiento, además de aumentar la habilidad mental y desintoxicar el cuerpo. Están compuestas principalmente por cafeína, vitaminas y taurina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que este tipo de bebidas podrían convertirse en un problema de salud pública si no se regula su consumo entre los más jóvenes.
En un estudio realizado el año pasado por la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea (EFSA), se concluye que casi el 70% de la compra de este tipo de bebidas en la UE la realizan los adolescentes. Esto se suma a los estudios que relacionan el consumo con distintos riesgos para la salud. De hecho, países como Emiratos Árabes y Lituania, ya prohíben la venta a menores de 18 años, limitan su acceso y publicidad a través de aquellos medios aptos para los menores de edad, exigen a las compañías que ofrecen sus bebidas energéticas incluir en los envases advertencias como “no consumir mezclada con alcohol”.
Esta nueva reglamentación entró en vigor después de que una investigación sugiriera que la mezcla de una bebida energética con alcohol puede ser una combinación potencialmente peligrosa para la salud, ya que la cafeína puede enmascarar los efectos del alcohol llevando a los jóvenes a un estado de embriaguez denominado “borracho despierto”, facilitando que se incremente aún más el consumo de bebidas alcohólicas. En algunos países, como los arriba mencionados, se están endureciendo las medidas contra las bebidas energéticas, es momento de que el gobierno mexicano reaccione para proteger la salud de nuestros jóvenes.
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