Brujos
Un vistazo a la oscuridad
Los inicios de los brujos también pertenecen a la época prehispánica. Eran
personas con la capacidad de utilizar las energías del universo o de
interpretarlas y leerlas. Sin embargo, no cualquiera podía ser brujo. Solo los
que habían sido elegidos por deidades hechiceras como: Texcatlipoca Negro,
Quetzalcóatl, Huitzilopochtli, Tláloc y Ehécatl, principalmente.
El día del nacimiento era primordial para muy importante, pues a partir de
ahí se asignaba la actividad que practicaría; brujos, naguales, engañadores,
encantadores; y si eran mujeres podrían terminar siendo mometzcopinqui, una
bruja que de noche arranca piernas y se ponen alas de petate para volar.
También estaban los predestinados y los tocados por los dioses. Los
predestinados desde antes de nacer daban señales de su poder sobrenatural, pues
aparecían y desaparecían del vientre de su madre. Durante su desarrollo se
notaba que eran diferentes, tenían una conducta especial. En cuanto a los que
eran elegidos por los dioses, estos eran los que habían sido tocados por los
rayos sin morir. Esa era la señal.
En la actualidad, los brujos descubren por sí mismos su poder o bien,
alguien les enseña.
Martín Espinoza, un brujo de la ciudad, menciona que hay distintos tipos de
brujos, y que estos realizan distintas actividades según sus creencias.
Menciona que hay brujos que no solo hacen magia blanca o negra, si no que
hay más colores dependiendo el objetivo que se pretenda cumplir.
Los brujos realizan actividades de lectura e interpretación de signos, como
la quiromancia (lectura de mano), cartomancia (lectura de cartas), así como
lecturas del café, cigarro, arena, entre otras.
También interpretan sueños, crean pociones y realizan hechizos de dos
tipos: los directos, que son hechizos que tienen un contacto directo con la
víctima (Por ejemplo, inducir a la víctima a la ingesta de una pócima); los indirectos,
son hechizos más cómodos porque se pueden realizar a distancia (suelen
utilizarse fotos y ropa de la víctima).
Espinoza, cuenta que para llevar a cabo estos trabajos hay que hacer un
llamado. Sin embargo, la fuerza a la que llame dependerá de las creencias del
brujo elegido. En este caso, él llama a la oscuridad, quien guarda toda la
energía que no se manifiesta en este mundo físico.
Sin embargo, aclara que la base para lograr cualquier hechizo es el
sentimiento o la convicción de la persona interesada; los instrumentos que se
utilicen durante el ritual funcionan como ayuda, pero nunca se comparará con el
poder del convencimiento.
Para finalizar, Martín Espinoza aconseja que antes de pensar en recurrir a
la magia, recordemos que "Todo en este universo se paga".