Se llama testamento hológrafo al que una persona escribe de su puño y letra. Durante el mes de septiembre, desde hace ya varios años, se establecen campañas para que estos se elaboren.

Sin embargo presentan un leve problema. La letra.

Y es que no todas las personas poseen una caligrafía o una ortografía que evite la mala interpretación de la última voluntad del difunto y que ésta, se convierta en la ventaja de algún vivo.

Guilebaldo Silva Cota, Titular de la Notaría número 1 de Ensenada, cuenta una anécdota sobre un testamento hológrafo, que fue abierto por los deudos e impugnado por uno de ellos.

La causa: un ranchero le dejó en su testamento 19 “obejas” a uno de sus herederos.

El que tenía la posesión del ganado no estuvo de acuerdo en que había una falta de ortografía, sino que la “o” era en realidad una “a”. Dijo que le daría abejas… 19 abejas, ni una más.

Pero el ranchero no criaba abejas ni tenía panales. Tenía ovejas y cabras.

Luego de un largo y costoso juicio, finalmente el heredero recibió sus ovejas, porque el juez determinó, que no podía haberle dejado 19 abejas su padre, cuando el criaba chivas y ovejas en su rancho.