Impugnando la última voluntad
No dijo lo que dijo, ni firmó lo que firmó
Una persona puede dejar en su testamento a quien ella decida. Es su voluntad. Su última voluntad.
Pero cuando esa persona no está, esa que fue su voluntad puede ser cambiada porque los inconformes tras abrir el testamento pueden aseverar que es falso.
Muchos manifiestan que la firma no es, que no hubo consentimiento, que la persona estaba muy enferma y no pudo establecer esa voluntad.
Que en su estado, médica y físicamente no le hubiera permitido tomar esa decisión e incluso, que él no pudo estampar la firma
Y entonces el testamento se convierte en objeto de una nulidad ante un tribunal civil. Se ejercitan nulidades y no se puede concluir el testamento porque ejercitan acciones legales e implican nulidades en el proceso si pide revisión.
Luego se detiene el proceso para un juicio sucesorio testamentario, que puede durar mucho más allá de los cinco años.
Como ejemplo de estos procesos, quizá el más sonado sea el de La Macroplaza del Mar de Ensenada.
En este caso, el juicio por firmas presuntamente falsificadas inició en el 2006 y en ese lapso, un Juzgado Civil ordenó en el 2010 que las rentas se depositaran en el juzgado como parte del litigio que aun no concluye.