El Catalina, el barco que se negaba a morir
De barco de placer, a buque de guerra y de barco abandonado a lobera.

Por: Elizabeth Vargas Durazo

Hundido pero con esperanzas

La posibilidad de una película

Tras hundirse El Catalina en el lecho del mar, a unos cuantos metros de la playa solo sobresalía del agua la cubierta superior del barco.

 

Era visible el color blanco del Catalina, su increíble chimenea y la estructura lateral donde alguna vez, décadas atrás eran visibles las lanchas de emergencia.

 

Poco a poco su deterioro aumentó, haciéndose cada vez más notoria la oxidación del metal y pese a las promesas de la asociación norteamericana que en el 2004, anunció que pretendía usar al barco para una película.

 

Pretendían recrear el destino del SS Dorchester; un barco de pasajeros hundido por submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial muy cerca de Greoelandia.

 

En marzo del 2004, los miembros de la Asociación para la Preservación del Buque Catalina con base en California se reunió con el Director de la Administración Portuaria Integral Carlos Jáuregui Gónzález para informarles de este propósito que pretendía la asociación fuera financiado por la misma empresa que filmaría la cinta.

 

La agrupación SOS Catalina tenía ya la promesa de la Secretaría de Marina, poseedora del barco por un decreto presidencial para que el barco les fuera donado para remozarla y convertirla en un museo.

 

Sin embargo la asociación no logró los 10 millones de dólares necesarios para reflotar la embarcación y trasladarla a Estados Unidos donde estaba considerado un barco histórico y pretendían convertir en museo.

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